miércoles, 13 de junio de 2012

Tiempo de definiciones

Tiempo de definiciones
Miércoles, Junio 13, 2012 | Por Jorge Olivera Castillo

LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -En un proceso de transición que
parece limitarse únicamente a ciertas áreas de la economía, y en forma
muy mediocre, es iluso esperar que se produzcan los cambios
fundamentales que necesita Cuba.

Los hechos indican que en el aspecto político no se moverá un ápice. El
partido comunista continuará siendo la única fuerza que domina todos los
espacios de la vida nacional.

Es peligroso confundir los matices "aperturistas", como los de algunas
zonas de manipulada tolerancia intelectual y artística, con el
intríngulis de una maquinaria de poder que siempre busca escapar por la
tangente en sus períodos críticos.

De igual manera hay que ver la abreviada descentralización económica y
laboral, dentro de la cual se permite la realización de algunos negocios
particulares. ¿Cómo podría funcionar cabalmente, si el derecho a la
propiedad privada permanece bajo los candados de los censores? Esta es
solo una interrogante dentro de un universo de contradicciones que
revela los propósitos meramente utilitarios del régimen.

Es evidente que el poder, en Cuba, busca ganar tiempo, en vez de fijar
los derroteros hacia la superación de una etapa marcada por la crisis
material y moral. Y es un hecho comprobado que está dispuesto a las
mayores mentiras y crueldades para garantizar la continuidad de una
ideología fracasada, sin que nada le detenga, ni siquiera el peligro de
la fractura de toda la nación.

Por otro lado, el papel de la Iglesia Católica cubana, en la evolución
de los actuales acontecimientos, no logra definirse. Está ceñido a un
universo de sombras. ¿Es el cardenal Jaime Ortega un actor político o un
mediador?

Si los opositores pacíficos solamente son tenidos en cuenta por el
régimen a la hora de reprimirlos, entonces ¿qué sentido tiene una labor
de intermediación?

Valga apuntar que en la discriminación a los líderes contestatarios, no
hay excepciones. Ni los más moderados tienen cabida en un escenario de
intercambio de ideas que parece estar repartido entre el gobierno, la
Iglesia y sectores del exilio "respetuoso", o sea, políticamente manejables.

Salvo algunas gestiones de orden humanitario, la iglesia se ha limitado
a reproducir determinados patrones establecidos por el régimen, frente a
las fuerzas prodemocráticas, que pugnan por una remodelación a fondo del
sistema, siempre desde una perspectiva gradual y sin violencia.

Su indiferencia ante el desamparo de los opositores pacíficos y ante la
impunidad sin límites de sus victimarios, obliga a interpretaciones
desafortunadas, pues se trata de una institución de la cual se espera
solidaridad con aquellas personas que sólo reclaman lo que debería estar
garantizado constitucionalmente.

Si es que en verdad quieren salvar su credibilidad, la máximas
autoridades del catolicismo en Cuba deben honrar su hasta ahora más
imaginaria que real postura mediadora.

Una fuente cercana a la Iglesia me confesó la existencia de desacuerdos,
dentro de la institución, con muchas de las posturas asumidas por el
cardenal Ortega, desde que comenzó su implicación en un proceso que aun
no reúne las suficientes características para ser identificado como de
auténticas reformas.

Los excesos represivos continúan contra quienes piden apertura
democrática o una amnistía general, o contra quienes deciden ejercer
derechos inalienables a contrapelo de las prohibiciones.

Creo que aún es prematuro juzgar, al menos de forma tajante. La iglesia
tiene la oportunidad de redimir sus faltas. Siempre que sus principales
líderes quieran hacerlo.

oliverajorge75@yahoo.com

http://www.cubanet.org/articulos/tiempo-de-definiciones/

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