jueves, 14 de junio de 2012

Sobre cómo convertir a un burócrata en una persona útil

Sobre cómo convertir a un burócrata en una persona útil
Fernando Ravsberg | 2012-06-14, 10:49

Funcionaria de la compañía telefónica cubana. (Foto: Raquel Pérez)
Cuba necesita transformar la burocracia en funcionariado, me dijo un
especialista español en temas de administración pública. De inmediato
nos trenzamos en una larga conversación respecto a cuáles podrían ser
las claves para ese proceso.

Afirma que la administración pública cubana debe sustituir "la
legitimidad" que una vez le dio su vínculo a la revolución por "la
legitimidad de la población, para lo cual el funcionariado tiene que
entender que está al servicio de la ciudadanía".

Sin embargo, asegura que tanto la experiencia de España como la de otros
países demuestran que es inútil "esperar que el funcionario reduzca su
discrecionalidad, o sea su potestad para decidir sobre el ciudadano.
Nadie lo hace por propia voluntad".

"La forma de avanzar es dándole más poder al ciudadano y blindarlo
legalmente, así esa presión modificará el comportamiento del
funcionario. Los trámites deben hacerse con procedimientos claramente
reglamentados y con plazos bien definidos".

Le replico que la vida en la isla se rige por circulares, resoluciones
ministeriales o disposiciones especiales, algunas de ellas en franca
contradicción con la legalidad. Sobran normativas burocráticas y faltan
leyes, en la práctica los funcionarios legislan más que los diputados.

Bastaría recordar que durante 2 décadas una resolución, que muy pocos
pudieron leer, impidió el acceso a los hoteles de los ciudadanos
cubanos, a pesar de que la Constitución de la República les otorga ese
derecho de forma muy específica.

Me explica entonces que la vía de Cuba "para reducir la arbitrariedad es
institucionalizar la revolución, lo cual pasa porque haya normativas
legales cumplibles y que sean de obligatorio cumplimiento por todos,
tanto para el ciudadano como para el funcionario".

Terminando la conversación recibo un mail de Yamina Valdés -burócrata de
la compañía estatal y monopólica de teléfonos- amenazándome con cortar
Internet si no demuestro de inmediato que soy periodista. No es nada
nuevo, lo hacen cada año cuando salgo del país.

Tan dedicados están a impedir que nadie tenga servicio de internet sin
permiso que les falta tiempo para frenar la corrupción interna de la
telefónica, desde la venta de tarjetas clandestinas hasta la
desaparición de un cable submarino de miles de kilómetros.

La incompetencia es justamente el otro gran problema de la burocracia
cubana. Realmente el pequeño burócrata de la isla sabe poco. Uno puede
pasearse de un buró a otro sin que nadie sea capaz de indicarle cuál es
el procedimiento para realizar el trámite más sencillo.

Siempre lo envían a la oficina equivocada, luego le reclaman algún
documento que nadie le había pedido y cuando le niegan su derecho lo
harán sin explicarle por qué. Es totalmente cierto aquello de que el
burócrata para cada solución tiene un problema.

Curiosamente también en España las encuestas "demuestran que lo que más
rechazo y enfado provoca en la gente son las respuestas incomprensibles
de los funcionarios, las que no se pueden entender mediante el sentido
común".

Al parecer para avanzar en este sentido es necesario que "los procesos
de reclutamiento del funcionariado se basen en el mérito y la capacidad,
demostrado por medio de una oposición", es decir de un examen tras el
cual se escoge a los más preparados.

"Estamos hablando de los funcionarios de estratos bajos y medios"
-aclara con una sonrisa el especialista- "lamentablemente, los de más
alto rango son puestos a dedo, elegidos por afinidades políticas en casi
todos los países del mundo".
Le pregunto cuáles serían las principales características de un buen
funcionario y me dice que "la primera es sujetarse a la legalidad,
siendo capaz de soportar todas las presiones, incluso cuando estas
vienen de sus propios superiores".

La segunda tiene que ver con la formación ética: "conformarse con su
sueldo y resistir las tentaciones diarias. Se trata de un principio
moral porque no hay un salario lo suficientemente grande como para
evitar que un funcionario se corrompa".

Por último se refiere al principio más importante de todos: "tener claro
que un funcionario está al servicio de los ciudadanos", que son ellos
los que, al fin y al cabo, pagan los salarios de la administración
pública de cualquier país.

Imagínese cuanto más sencilla sería su vida si al entrar a una oficina
le explicaran con claridad los pasos que debe dar en su trámite, las
leyes que lo amparan, los derechos que tiene, el tiempo de demora y que
además rechacen la propina aduciendo que su trabajo es servirle.

http://www.bbc.co.uk/blogs/mundo/cartas_desde_cuba/2012/06/sobre_como_convertir_a_un_buro.html

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