viernes, 22 de junio de 2012

Se puede ser rico en Cuba?

¿Se puede ser rico en Cuba?

Si usted hizo dinero con la venia del poder, está autorizado a tener una
canasta mensual de alimentos y exquisiteces. Antena por cable. Internet
de banda ancha. Dos o más coches. Y hasta un yate fondeado en una marina.
Iván García / Especial para martinoticias.com
junio 22, 2012

Una persona que en la isla tenga una casa confortable y con aire
acondicionado en sus habitaciones, un auto moderno de segunda mano,
cuenta bancaria de tres ceros en moneda dura, pueda hacer dos comidas
diarias y desayunar café con leche y pan con mantequilla, es considerado
'rico' por sus vecinos.

A ese mismo hombre, sin embargo, el dinero no le alcanzaría para pasarse
unos días de vacaciones en Miami Beach, Cancún o Marbella. Tampoco para
tener un yate de su propiedad anclado en una dársena.

Y si su estándar de vida no es respaldado por el régimen, dormirá con
sobresaltos y pesadillas. Una mañana cualquiera, un batallón de la
policía especializada lo puede conducir esposado a un calabozo, acusado
de 'enriquecimiento ilícito'.

No sería el primero ni el último. Hacer dinero en Cuba es algo mal
visto. En enero de 1959, Fidel Castro diseñó un modelo social orientado
a lo espartano y el colectivismo. Sus primeras cacerías de brujas
estuvieron dirigidas contra la burguesía criolla, donde había más o
menos ricos y millonarios.

A casi todos les confiscó sus bienes. Y los rotuló como 'una amenaza
para la seguridad nacional'. Les dio dos opciones: o hacían las maletas,
o en silencio, y con la cabeza gacha, desde sus mansiones debían
observar la ola de cambios, que como un huracán fuerza cinco, arrasaba
con las personas y las empresas privadas que habían generado riquezas.

Se creó una oficina de expropiación de recursos que a destajo ocupaba
propiedades de familias acaudaladas. La mayoría de esos cubanos con
fortuna y talento creativo fueron marcados como 'antisociales'.

Decían que su dinero era mal habido, igual que las joyas, porcelanas y
obras de arte. Los barbudos se apoderaron de ellas, las destinaron a
museos o vendieron a bajos precios en 'tiendas de recuperación de valores'.

Se produjo un 'traspaso de propietarios'. Con su varita mágica, el
comandante transformó soberbias mansiones y palacetes en escuelas para
campesinas, milicianos y comisarios políticos. O en empresas y cuarteles
de la policía secreta.

Desde hace años, esas propiedades enclavadas en los repartos Nuevo
Vedado, Miramar y Cubanacán, suelen ser las residencia de generales,
ministros y funcionarios leales al gobierno.

Recorran esas zonas e indague sobre sus dueños. Se han transformado en
barrios de una nueva casta: los poderosos de verde olivo.

Si usted hizo dinero con la venia del poder, está autorizado a tener una
canasta mensual de alimentos y exquisiteces. Antena por cable. Internet
de banda ancha. Dos o más coches. Y hasta un yate fondeado en una marina.

Puede que cuando presida un acto del sindicato o la inauguración de un
chapucero edificio de apartamentos en alguna barriada pobre, se vista
con una camisa a cuadros de factura nacional o con la guayabera oficial.
Pero en casa, a buen recaudo, tiene un closet con ropa de etiqueta y una
buena cantidad de billetes en dólares, euros, francos suizos y hasta
libras esterlinas.

El dinero es la ventana de futuro de los "esforzados líderes de la
revolución". Su capital no es avalado por el esfuerzo y el talento. Ni
por haber generado riquezas con el trabajo. Para nada. Han hecho su
botín a golpe de comisiones de empresarios capitalistas y trucos
financieros. Cuando menos.

Cuando usted mira sus salarios, notará que devengan jornales ridículos.
Fidel Castro asegura que no tiene ni un solo dólar en una cuenta
bancaria. Sin embargo, era capaz de donar escuelas o centrales
azucareros a otras naciones y sin consultar con nadie. También regalaba
casas y autos a sus allegados.

La revista Forbes lo ubicó entre los políticos más ricos del planeta. Y
en 2005, en Suiza fue detectada una cuenta del gobierno cubano de cuatro
mil millones de dólares, a nombre de empresas fantasmas.

Muchos 'hijos de papá' estudian en prestigiosas universidades europeas y
estadounidenses. Viajan por medio mundo. Como Mariela Castro, quien sin
ningún obstáculo migratorio y a costa del erario público, puede recorrer
el Barrio Rojo de Amsterdam, Holanda, o las empinadas calles de San
Francisco, California.

Los cubanos que han logrado acumular decenas o miles de pesos
convertibles al margen del Estado, suelen tomar sus precauciones. Desde
1968, cuando en una sola noche Fidel Castro nacionalizó todos los
timbiriches y bodegas particulares, tener mucho dinero en Cuba se
convirtió en un estigma.

Cortando caña como un esclavo, mediante un bono cedido por el Estado,
podías viajar dos semanas a la otrora URSS o adquirir un auto soviético.
El gobierno otorgaba cartas de buena conducta a los proletarios. Y los
respectivos premios. Que lo mismo podía ser un diploma o un reloj
despertador.

En esa etapa, la única revista femenina no mencionaba a Coco Chanel ni
la moda de París. Lo 'políticamente correcto' era vestirse de gris y de
manera uniforme, como los chinos. Era un sacrilegio lucir un vaqueros
Levi's 501. Esa prenda, junto al Rolex GMT, se convirtió en seña de
identidad de los mandarines.

Con los años, esa teoría de un hombre nuevo, pobre y obediente, ha
cambiado. El 80% de las familias cubanas tiene hoy un pariente al otro
lado del charco.

Y gracias a la ropa y dólares girados, muchos cubanos se visten igual
que en el mundo occidental. Si algo no ha podido aniquilar la revolución
de Castro es la innata capacidad de subsistir y hacer dinero entre los
ciudadanos de a pie.

En eso nos parecemos a los judíos. En los malos tiempos, en barrios y
pueblos siempre han existido personajes que venden lo que el Estado no
oferta.

Desde carne de res, móviles inteligentes hasta botellas de whisky
escocés. Con sus cacareadas reformas económicas, Raúl Castro no ha
hecho más que legalizar el trapicheo de toda la vida que en Cuba se
efectuaba por debajo de la mesa .

Eso sí, con una regla sagrada: el que haga una fortuna de seis ceros
será considerado 'enemigo a la patria'.

Cíclicamente se realizan operativos para encarcelar a los "macetas
enriquecidos ilícitamente". Es uno de los motivos por el cual la gente
emprendedora que legal o ilegalmente hace dinero, lo guarda debajo de
los colchones. Los bancos cubanos no son fiables. Son una fuente de
información de la policía técnica y los servicios especiales.

Por tanto, aunque en la isla le llamen 'rico' a un tipo que todas las
noches tome cerveza importada, cene lo que le plazca y una vez al año
pueda hacer turismo en Viñales o Varadero, está lejos de ser un
acaudalado de calibre.

El problema es que esos 'lujos' o placeres no están al alcance de una
mayoría. Incluso de nada vale tener una mente privilegiada al estilo de
Bill Gates. Si el Estado no da luz verde, usted corre el riesgo de
infringir las reglas de juego.

En Cuba el gobierno no solo es árbitro. También es el dueño del club.

http://www.martinoticias.com/content/article/12200.html

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