miércoles, 13 de junio de 2012

Libertad y tecnología

Publicado el martes, 06.12.12

Libertad y tecnología
Nicolás Pérez

En los años 60, en mi primer viaje a Miami, la frase que más recuerdo de
los periodiquitos de la Pequeña Habana fue la de un brillante periodista
cubano: "A Fidel Castro la historia lo absolverá, pero lo geografía lo
condena", refiriéndose a que la cercanía entre ambos países aceleraría
el derrocamiento del castrismo. Aquello resultó totalmente falso;
nuestra cercanía a Estados Unidos ha sido una de las principales causas
de que un dictador grosero y errático nos haya desgobernado durante más
de medio siglo.

Pero hoy vivimos tiempos de redención en el contrapunteo entre
civilización y barbarie. Fracasan grupúsculos que colocan todos los
huevos en la canasta del terrorismo. Hoy en lo militar se imponen sobre
el poder de fuego y el grueso de los ejércitos la ciencia y la
sofisticación, y la médula de las victorias se monitorea desde pequeños
grupos de soldados magistralmente entrenados, de gran movilidad, poder
de fuego preciso, y sobre todo dueños de exactos datos de inteligencia,
como los Navy SEALS, que destruyeron en su madriguera a Osama bin Laden.

Están los drones, pájaros metálicos no tripulados, guiados por un
ordenador, armados con misiles teledirigidos. Son capaces de destruir a
cualquier enemigo a miles de millas de distancia, con lo que los
santuarios son hoy letra muerta. El último enemigo eliminado es Abu
Yahia al Bab, y ahora gime esperando turno el portavoz de Al Qaida,
Ayman al Wazahiri. Los objetivos los escoge semanalmente el presidente
Barack Obama, pero es un error tratar de utilizar esto como una baza de
política nacional. El New York Times informó recientemente que la
iniciativa de este proyecto quizá surgió durante el gobierno de George
W. Bush y al embrión se le dio el nombre clave de Juegos Olímpicos. Y es
que en el actual canibalismo entre los partidos Demócrata y Republicano,
no terminamos de entender que todos los grandes triunfos de este país,
como la carrera espacial, han sido producto no de la confrontación necia
y el diálogo de sordos entre burros y elefantes, sino del bipartidismo.

Otro hecho que recuerda el libro 1984 fue el reciente ataque cibernético
a las plantas de enriquecimiento de uranio de Irán, desarrollado por
Estados Unidos e Israel y que llaman STUXNET, batallas victoriosas
limpias de polvo y paja sin un solo soldado caído en combate.

Pero en mi criterio, lo que decidirá el rumbo que tomará la historia en
este principio del siglo XXI en cuanto a tecnología son los teléfonos
celulares y la Internet. Ellos fueron los propulsores de la Primavera
Árabe, del derrocamiento de dictadores como Hosni Mubarak, Muamar El
Gadaffi y que hoy tienen en salmuera al sirio Bashar al-Assad y al iraní
Mahmud Ahmadineyad.

En cuanto a Cuba, la oposición anticastrista tiene dos propuestas
radicalmente distintas para liberar a la isla, y ambas están llenas de
buenas intenciones. La primera consiste en que la libertad llegará
arrinconando económicamente al régimen, aislándolo, llevándolo al
oscurantismo con que se castigó ayer al Khmer Rouge de Pol Pot y hoy a
la Corea del Norte del nieto de Kim Il Sung. La otra propone el mayor
acercamiento posible entre los cubanos de Miami y los de la isla, cero
aislamientos y mucho intercambio, cero estrangulamientos y muchas
remesas. Aunque no todo es blanco y negro, los propulsores de la vía de
estirar la soga hasta que se rompa han aplaudido el apoyo de Washington
al acceso del cubano a los teléfonos celulares. Y recientemente el
senador Marco Rubio declaró que el libre acceso a Internet será el fin
de los Castro. ¿Por qué todos no nos unimos para buscar las medidas
tecnológicas y económicas necesarias para lograr este fin?

A Cuba mi generación no pudo liberarla mediante la violencia, violencia
que me enorgullece haberla suscrito porque era por entonces el único
camino. Y ahora todo indica que serán el Internet y los teléfonos
celulares, la vía pacífica de las Yoani Sánchez y su Generación Y, y la
sabia visionaria frase del Papa Juan Pablo II, "que Cuba se abra al
mundo y que el mundo se abra a Cuba", las que darán fin a medio siglo de
horror y crimen. Lo cual me hace parafrasear con fina ironía lo dicho
por aquel periodista exiliado de los 60, porque a Fidel Castro la
historia lo podrá absolver, pero está irremisiblemente condenado a
desaparecer de la historia, por la bendita levedad de la tecnología que
es hoy sinónimo de libertad.

http://www.elnuevoherald.com/2012/06/12/1227205/nicolas-perez-diaz-arguelles-libertad.html

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