lunes, 4 de junio de 2012

La conguita de Mariela: Farsa, no derechos

La conguita de Mariela: Farsa, no derechos
Lunes, Junio 4, 2012 | Por Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -Corren rumores de que Orlando
Lugo Fonte, el Presidente de la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP), se disgustó porque el día del campesino
(revolucionario), el 17 de mayo, coincide con el día internacional de la
defensa de los derechos de la comunidad LGTB o día del orgullo gay. Se
dice que llamó a lo corto a la familia Castro-Espín y le pidió rediseñar
el tema de forma tal, que los paladines de la homofobia rural no
tuvieran motivos de enojo por la fatal coincidencia.

Sensibles ante la queja del representante de la principal abastecedora
de alimentos a la sociedad, comunistas y cenesexistas decidieron cambiar
la celebración. En vez de articular la ya tradicional snob conguita
homo-revolucionaria en la céntrica calle 23 de El Vedado, realizaron una
semana de actividades sociales, culturales y académicas. No obstante,
el día 17 de mayo, cometieron la pifia de irse a la ciudad de Cienfuegos
a armar la inevitable conguita en provincias, el mismo día y en la misma
ciudad, donde Lugo Fonte entregaba los estímulos a los "anapistas"
destacados.

El CENESEX (Centro Nacional de Educación Sexual) insiste en trivializar
el tema de los derechos de los homosexuales, llevándolo a tono de farsa.
Y es que la verdadera restricción a la libertad de los gais cubanos,
son las mismas limitaciones ciudadanas que impone el gobierno militar
por igual a homosexuales y heterosexuales, que, a diferencia de la
directora del CENESEX, ni siquiera pueden moverse libremente por el país
y menos aun salir de él, ni organizarse o expresar sus ideas
públicamente sin ser reprimidos. Y ni hablemos de tener acceso a los
medios de comunicación para presentar sus reclamos y puntos de vista.

Si el CENESEX, quiere que se apruebe el matrimonio entre los
homosexuales, le propongo alentar al Estado a legalizar organizaciones
LGTB independientes, encabezadas por homosexuales, que éstas no sean
reprimidas y que tengan acceso a los medios de comunicación para
expresar sus puntos de vista y hacer proselitismo para la causa. En
esas circunstancias no sería nada difícil recoger las 10 mil firmas que
requiere la constitución para convocar a un debate y un plebiscito sobre
el tema y así vencer a los burócratas que, según cuenta Mariela, le
hacen resistencia a su proyecto personal.

Claro, que el Estado tendría que respetar las reglas del juego
establecidas por él mismo y no ignorar la petición y las firmas, como
hizo con el Proyecto Varela. Pero parece que convocar un plebiscito es
cosa seria y Mariela piensa que –a diferencia de los del resto del
planeta, que conquistan sus derechos exigiéndolos, organizándose y
luchando por sí mismos- los "pajaritos" cubanos solo sirven para
vestirse de lentejuelas y bailar en conguitas al ritmo de la música que
ella les ponga.

Con el tradicional lema castrista de "el que no se somete, se va",
prevalente lo mismo en las "universidades para los revolucionarios", que
en todas las organizaciones castro-revolucionarias, el CENESEX conduce
una campaña de exclusión de los homosexuales y grupos LGBT que no
comulgan por completo con su ideología y sus dictados. Y –no podía
faltar- hasta los acusan de "mercenarios del imperio".

Pero la folclórica conguita y los shows de travestis oficialistas
esconden más. Ocultan la homofobia condescendiente del CENESEX y el
único grupo de poder que representa: la familia Castro-Espín, montada
ahora, vía Mariela, en el discurso fashion y post-moderno de la
"tolerancia de la otredad", tan bien visto en el mundo. Refuerzan la
visión de la homosexualidad como algo poco serio, de conguitas, pelucas,
lentejuelas, catarsis histérica, y hasta el ridículo. Algo similar al
enfoque de los racistas que ubican a los negros en la música o el
deporte y reservan las cosas serias y el pensamiento para los blancos.

Los movimientos de liberación homosexual de los países liberales y
democráticos asumieron la alegría y el colorido de los desfiles para
presentarse en sociedad, pero no es ese el centro de su causa, sino un
"efecto secundario". En esos países, antes del desfile y las conguitas,
vinieron las luchas políticas y sociales de la comunidad LGTB. Antes de
las marchas gais estuvieron las protestas de Stonewall y la campaña para
la elección de Harvey Milk. Las marchas y paseos del orgullo gay de hoy,
con millones de participantes, son el resultado de la libertad alcanzada
por los ciudadanos organizados espontáneamente y en ellas participan
homosexuales reconocidos como políticos, militares, alcaldes,
embajadores, ministros y personas que deciden políticas públicas.

En Cuba, cuando Mariela apaga la música y da por terminada la conguita
del CENESEX, todos vuelven al armario en que viven los cubanos,
homosexuales o no.

aleagapesant@yahoo.es

http://www.cubanet.org/articulos/la-conguita-de-mariela-farsa-no-derechos/

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