martes, 12 de junio de 2012

Dame luz

Dame luz
junio 9, 2012
Daisy Valera

HAVANA TIMES — El pasado día dos de junio se fue la luz en la casa, así
que le di las felicitaciones a Eddy por sus 26 años saliendo de bajo las
sabanas empapada en sudor.

El ventilador se apagó a las 7 de la mañana, comencé a imaginar un
trasformador roto, un carro que hubiera chocado contra un poste de
electricidad.

Esperaba que los arreglos duraran un máximo de dos horas.

Salimos a comprar algo de comida para compartir con los amigos que
vendrían en la noche y pasó el tiempo.

Después de 4 horas de apagón, se fue el agua y alcé el teléfono.

Descubrí que varias zonas de Alamar no habían tenido electricidad
aquella madrugada y en Santo Suarez había faltado la noche anterior.

Tomaron sentido entonces las declaraciones de Repsol sobre la
esterilidad de el nuestro primer pozo de petróleo perforado y el mensaje
en la página 54 del primer número de la revista Mujeres del 2012: "PARA
AHORRAR…tu opinión es importante…y las acciones mas."

La palabra ahorro remite inevitablemente a la palabra escasez, y la
escasez impulsa la acción de acaparar.

Velas, acaparar velas. Ya que no puedo comprar una lámpara recargable.

Encontré las velas más baratas en la calle Arroyo, los santos de la
religión afro no son tan exigentes y los practicantes pueden conseguir
velas por solo 3 pesos en moneda nacional.

Me sumé y acaparé; tres velas blancas.

Intenté esperar el retorno del fluido eléctrico echándole mano a un
libro de Virgilio: Pequeñas maniobras; no pude concentrarme.

Los recuerdos de los apagones en mi niñez y adolescencia son demasiado
cercanos.

El calor, los mosquitos (Aedes Aegipty o no), la falta de agua, las
pestes de los baños de los edificios multifamiliares, el agua para beber
caliente e incapaz de apagar la sed.

Los juegos de sombras en las paredes cuando se tienen 24 años no es
suficiente estrategia para una evasión en toda regla.

Doce horas después de ausentarse el flujo ordenado de electrones,
preparación de la comida con el último botellón de agua.

La noche llegó, los amigos también, y yo continué nerviosa.

Mi peor recuerdo de los apagones es despertar en medio de la oscuridad
absoluta y sentirme atrapada, incapaz de ubicarme en el espacio, ciega
o muerta, no sé bien.

A las 8 y 30 se encendieron por fin las luces, pude comer y tomarme unos
tragos en paz.

Ahora intento dejar de pensar en mi apagón nocturno pendiente; pero el
hecho que hayan comenzado a extenderse diariamente por toda la ciudad no
ayuda demasiado.

http://www.havanatimes.org/sp/?p=65571

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